UNA PRETEMPORADA, DOS LOCAS Y 40°

UNA PRETEMPORADA, DOS LOCAS Y 40°

Todo empezó con una notificación anodina: “El Atlético de Madrid inicia su pretemporada en Oporto”. Nada raro, ¿no? Pues no para nosotras. Para Txus y para mí, aquello fue como una señal divina. Sin pensarlo dos veces –porque pensar nunca ha sido nuestro fuerte en estas aventuras–, hicimos lo único lógico: preparar una cesta de picnic, buscar entradas asequibles (que resultaron ser regaladas) y poner rumbo a Portugal como si fuéramos embajadoras del colchonerismo internacional.

La ruta, una mezcla de entusiasmo, calor y desvarío, se convirtió en epopeya. El coche parecía un horno sobre ruedas, 40 grados a la sombra (y nosotras sin sombra). Íbamos pegadas al asiento como si lo hubiéramos fabricado con velcro. Pero el espíritu atlético nos mantenía firmes. O puede que fuera el aire acondicionado a tope… o ambas cosas.

Al llegar a Oporto, el primer milagro: aparcamos cerquísima del estadio. Eso no pasa ni en sueños en el Metropolitano. Nos bajamos del coche como si fuéramos exploradoras del desierto que acababan de encontrar un oasis. Y ahí nos dimos cuenta: ¿pero cuánta gente hay aquí?

¡Aquello era una fiesta monumental! Una verbena, un carnaval sin disfraces, una celebración de esas que hacen que hasta el más soso menee los hombros. El Oporto no solo presentaba a sus jugadores, estaba montando un espectáculo popular digno de Eurovisión. Música, banderas, camisetas por doquier, olor a sardinas y cerveza flotando en el aire… Y nosotras, claro, felices como dos perdidas en Disneylandia.

Entramos al estadio con nuestras entradas regalo, más contentas que unas pascuas, y buscamos nuestro sitio entre cánticos, bocinas y gritos en portugués que no entendíamos pero aplaudíamos igual. Y entonces, ¡zas! Giro de guion: detrás de nosotras se sienta Tiago. Sí, el mismísimo Tiago, nuestro Tiago, con ese aire de “vengo pero no molesto”. Intentamos disimular, pero el cuello nos hacía palanca por girarse solo. “¿Le pedimos una foto o esperamos a que se acabe la primera parte?” Nosotras, prudentes… o al menos tímidas. Pero él lo notó y con toda la amabilidad del mundo nos abrazó, nos plantó dos besos y nos regaló unas fotos para el recuerdo.

El partido fue lo de menos, aunque lo de más fue el ambientazo. Emotivo homenaje a Diogo Jota y su hermano, saque de honor de categoría: nada menos que Falcao y Futre. Si eso no es historia del fútbol, que baje Luis Aragonés y lo diga.

Y por si faltaba algo, reencuentro de exjugadores de ambos equipos. Aquello era un álbum de cromos en 3D. Nosotras jugábamos a reconocer a cada uno como si estuviéramos en un trivial futbolero: “¿Ese no es el que jugó en 2008 contra el Getafe?” “¿No es ese el portero suplente que salió en Copa?” Nivel experto, vamos.

El resultado fue adverso… o eso dijeron, porque sinceramente, ni nos fijamos demasiado. Entre el calor, el picnic que nos comimos en el coche (con ventilador de mano incluido), la emoción de ver caras conocidas y la felicidad general, el marcador fue lo de menos. Total, estamos en pretemporada, aquí lo que se entrena es el alma, no el resultado.

Salimos del estadio con las caras rojas como tomates al horno, las gargantas al borde del colapso vocal y una sensación clara: esto hay que repetirlo. Porque cuando el Atleti llama, nosotras respondemos. Con cesta, con calor, y si hace falta, con abanico y sandía bajo el brazo.

Fotos

Fotos

Fotos

Fotos

Fotos

Fotos

Fotos

Fotos

Fotos

Fotos

Fotos

Fotos

Fotos

Fotos

Fotos

Fotos

Fotos

Fotos

Fotos

Fotos